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¿Saben?, ¡estoy cansado de la brutalidad de la gente! Estoy cansado de que no utilizan su materia gris para discernir entre el bien y el mal y se dejan llevar como estúpidos borregos, por la vara de un pastor que ni siquiera identifican. Me perdonan los que se ofendan por estas palabras fuertes, pero es que ¡no hay derecho!
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Hubo una noticia hace poco en Rusia, que pasó desapercibida al lado de una nota tan importante como el terremoto en China. Se trata del final del drama en el pueblito de Nikolskoie, donde unos extremistas religiosos descendieron voluntariamente a una cueva a esperar el fin del mundo.
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Hay una palabra, de moda en Colombia por estos días, que me trae bastantes recuerdos; la mayoría desagradables. Me trae a la mente la década de los 30, del siglo pasado; el nombre de Iosif Stalin y las siglas NKVD; el nombre de Adolf Hitler y las siglas SS; así como muchos nombres, siglas y países de la historia contemporánea mundial. Pero esta palabra no tiene nada que ver con ideologías, teorías o reformas.
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Con cada año es más y más obvio que la religión está perdiendo terreno frente al comercio y consumismo. Hoy, Jueves Santo, los católicos del mundo entero se dividen en dos grupos: los que se toman las de Villadiego en las playas, casas de descanso, sitios turísticos y hoteles, y los que van a la iglesia, rezan y meditan en acciones que (según algunos) tuvieron lugar hace aproximadamente 2000 años, en un Israel dominado por los romanos (algo así como Estados Unidos dominando Irak).
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Hace poco tuve la oportunidad de ver nuevamente “La Pelota de Letras”, de Andrés López. Una obra espectacular que, de forma magistral, nos trae de vuelta a ese antaño tan querido y añorado por todos, además de realizar una fina sátira no sólo de las tradiciones y los valores del pueblo colombiano, sino de la degradación de los mismos.
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Hablemos de los sectantes. Hoy esta palabra nuevamente está de moda, gracias a un grupo de fanáticos religiosos que se enterraron en una cueva a la espera del fin del mundo, en las afueras de un pueblito olvidado por los hombres, llamado Nikolskoie, en Rusia.