Las penas del amor de un pasado indeleble.

Trozan de nuevo el corazón y agitan mi mente.

Recuerdos, que quisiera olvidar, a mí regresan.

Y llevan mi alma a divagar; y los sueños enrecian.

 

Recuerdos de un amor, hermoso y ya muerto.

Recuerdos de un cariño, empañado de sueños.

Sueños de un futuro, en su momento, incierto.

Consumido en pasión, sin trascender el momento.

 

La locura y fiebre de un enamorado, sin pena.

Traicionado y vendido su amor, de mala manera.

Llorado el muerto corazón, enterrado sin gloria.

Renaciendo del dolor, elevado por una noria.

 

¡Oh, Aión! Te clamo y llamo. Atiéndeme un segundo…

¿Qué es para ti ese momento, cuando detienes el mundo?

Llévame al instante y minuto de ese amor profundo.

Ayúdame a detenerme y cambiar ese maldito rumbo…

 

Te ruego que permitas que congele ese tiempo.

Que borre de mi mente cuando la vi en ese momento.

Que nunca mi vista nuevamente en ella se pose.

Que regrese al ahora, olvidándome de ese goce.

 

¡Congela el tiempo, Aión! Regrésame al pasado.

Que pueda encontrar, detener, a ese maldito hado.

Que el ángel que se durmió, cuando la vi, despierte.

Y que su manto se interponga: inevitable, inerte.

 

Pero el silencio de ese suspiro es, de Aión, respuesta.

Calla Aión, calla el ángel, y el dolor aumenta.

Dolor de un pasado que cambió, mi suerte.

De un dolor traicionado por el que brinda la muerte.

 

Un corazón maltrecho y una herida que supura.

Y no puede Aión ayudarme en el descenso a la locura.

Locura de un pobre enamorado, y traicionado, poeta.

Desconfía del amor mi corazón, esperando alguna treta.

 

Oh, Aión, te pido: al menos congela el presente.

Dame el tiempo para sanar y aquietar mi mente.

Que pueda de nuevo confiar en los que me quieren.

Llena de amor mi corazón… Que mi amor prolifere…

 

Martes, mayo 27 de 2025

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