Que triste yo me siento,
Con palabras no lo puedo expresar.
Tan sólo puedo agarrar la pluma,
Y con su tinta sentarme a llorar.

Es el dolor de aceptar limitaciones,
De perder la fuerza y el poder,
Que radicaban en mi alma joven,
Que me dictaba que lo imposible podía ser.

Que no había barreras para el hombre.
Que lo finito era una especulación.
El hombre lo podía todo, todo.
Y nunca llegaría a la perdición.

Que las posibilidades eran infinitas,
Y todo lo que debías, era desear.
Que los caminos no tenían espinas,
Y que la magia podía pasar.

Que las verdades de la infinidad de mitos,
Estaban al alcance de la mano,
Que con sólo extender tu mano,
Alcanzarías todo lo soñado.

Lunes, 4 de diciembre de 2006.

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