¿Cómo sería sentarse en la mesa,

Entre el diablo y Dios?

Observar de lejos el rifirrafe,

Entre el mal y el Creador.

 

¿Cómo serían las palabras del diablo?

¿Qué le diría a Dios?

¿Lo culparía de todos sus males?

O, ¿le tendría temor?

 

¿Cómo sería la respuesta divina?

¿Tendría reproche o amor?

¿Acaso daría la otra mejilla,

Ante una humillación?

 

¿Cómo sería si Dios agarrara,

al diablo y lo encerrara?

¿Se reflejaría en mi estado,

Si el malvado ya no molestara?

 

¿De veras, de una, las tentaciones,

Huirían sin dejar huella?

¿Habría paz y amor por doquier,

Al estar Satanás en su celda?

 

¿De veras el hombre sería amor,

Y olvidaría las religiones?

¿Ya no sentiría ni odio y rencor,

Y amaría sin condiciones?

 

Es sólo un sueño, una tonta pregunta,

Que jamás tendrá respuesta.

Más que deja otras preguntas inquietas,

Que el alma se pregunta, molesta.

 

El diablo y Dios, Dios y el diablo,

Sentados en una mesa.

El bien y el mal discutiendo en paz,

El precio de mi cabeza.

 

Ironía total, quizás es locura,

Pero sí hay verdad en la imagen:

Pudiendo arreglar sus problemas solitos,

Nos usan como a unos salvajes.

 

El mal y el bien necesitan al hombre,

Sin él, ellos no existen.

El bien existe porque hay mal,

Y el mal, de bueno se viste.

 

Y el mal y el bien residen en ti,

Solo tú a ellos das forma.

Tú les das y esencia y poder,

Y por ello, tú eres su horma.

 

Jueves, Abril 16 de 2015

 

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