¿Quieren conocer el horror? El verdadero horror. Aquel que deja sólo dos opciones: o volverte loco y morir, o volverte loco y sobrevivir en la locura. No existe una tercera. ¿Quieren ver la realidad de una guerra a través de sus combatientes reales? No me refiero a ver los héroes que son la representación eterna del bien; y tampoco a los antihéroes – aquellos que odiamos o que nos enseñan a odiar desde el principio. No. Me refiero a los del medio. A los de abajo. A aquellos que no preocupan a nadie, pero son la inmensa mayoría en cualquier conflicto armado. A esos cuyo nombre nunca llega a los medios de información – tan sólo un número más o menos que añadir a las bajas civiles. Los mal llamados “carne de cañón” y “daño colateral”.

Eso y mucho más podrán ver los que se atrevan a mirar “Beasts of No Nation” dirigida y escrita por Cary Joji Fukunaga y basada en la novela de 2005 con el mismo nombre, escrita por Uzodinma Iweala. Una película fuerte, descarnada, directa. Tal vez demasiado directa en algunos aspectos, y precisamente eso es lo que le da el mérito. Ver con los ojos de un niño, de un niño combatiente, la realidad de una guerra civil. Vivir en carne el asesinato y asesinar para sobrevivir, en una vida en lo que todo se vale y se debe hacer, con tal de sumar un día más de existencia. La ética no milita en esta narración. Todo se vale. Igual como todo se vale en esta guerra que vive una nación africana, cualquier nación... O tal vez el mundo entero.

Beasts of No Nation

Ver esta película es estar en tensión constante, que va aumentando hasta un final sin final, dejando al espectador con el mal sabor de boca de una guerra civil en el continente africano. Una guerra que no ha parado desde la época de la colonia y, hoy en día, sigue igual de vigente, estallando como un polvorín mojado: de a poco, de a mucho, pero no todo al mismo tiempo.

Esta realidad nunca llega a los medios de información occidentales que nos “instruyen” diariamente. Jamás vemos de qué es que huyen tantos africanos y árabes a Europa, así como representantes de otras etnias cuyo país está inmerso en una guerra civil, patrocinada por fuerzas externas, interesadas en los recursos que este país tiene; dejando a los civiles como “casualidades de la guerra”. El problema es que esas “casualidades”, cuando sobreviven, se convierten en causas. En sobrevivientes. En asesinos sin escrúpulos ni ética. En… seres humanos llevados al extremo para sobrevivir. Unos aferrándose a un ideal, otros a su ego, terceros a su interés material.

Ojalá que aquellos que quieran apoyar una guerra o una invasión, antes de cualquier cosa vean esta película. Se empapen un poco en las consecuencias que sus deseos y presiones conllevan. Que saboreen en la pantalla la sangre que quieren derramar. Que sientan el miedo… el terror. Y lo que es peor, la indiferencia de todo y todos de lo que te rodea…

Y aquellos que quieren armar revoluciones, que vean también esta película. Que sepan a quienes van a involucrar. A quienes le van a arrebatar lo que tienen y las consecuencias de esos actos. Porque no importa el bando, el resultado es el mismo: sangre, muerte e indiferencia. Donde el ser humano termina siendo un simple carnicero… Un animal acorralado que hace lo que sea por sobrevivir. Y adoctrinar a ese animal es sencillo… Lo difícil es detenerlo, una vez puesto en marcha…

Hice cosas terribles”, una de las frases lapidarias del personaje principal de la película… Pero no estoy del todo de acuerdo. Fueron cosas terribles, cierto. Pero más terribles son los actos de aquellos que lo llevaron a él a quebrar su propia ética moral para sobrevivir. Más terrible es que los que hoy tienen la posibilidad de decir “basta”, siguen apoyando las guerras y el conflicto, porque les genera beneficios. Y es más horrible que nosotros, los seres humanos que vivimos en un relativo bienestar, elegimos ignorar los sufrimientos de nuestro prójimo, para centrarnos en satisfacer nuestro hedonismo. Hedonismo construido, precisamente, con la sangre y la muerte de aquellos a los que pretendemos ignorar.

Pero si quiere seguir viendo el mundo a través de los anteojos rosados del arcoíris e ignorar la realidad que lo rodea, que ni se le ocurra ver esta película. De lo contrario, vería el mundo como es… Y en el mundo occidental actual, pocos son los que tienen la capacidad de salir indemnes del impacto.

Octubre 22, 2018

 

 

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