El día de hoy[i], mientras almorzaba a prisa en la cafetería de la esquina, no pude evitar ver la televisión (pieza obligatoria de cualquier dispendio de "corrientazo"[ii] que se respete). El país entero estaba en vilo, esperando el partido de la selección Colombia de fútbol contra Ecuador por las eliminatorias al Mundial de Rusia 2018.
Me sorprendió el nivel irracional del seguimiento que le estaba dando el Canal Caracol al evento. ¡Estaban siguiendo en helicóptero el autobús en el que se movilizaba el equipo de fútbol colombiano, en dirección al estadio! Para ser sincero, me sorprendió este extremo de atención exagerada del periodismo actual a un evento prácticamente de relevancia mínima para el país y su historia. Helicóptero, cámaras de televisión a lo largo y ancho de la carretera. Transmisión en vivo desde el estudio, la carretera, el helicóptero y el estadio, para ver un autobús yendo por la carretera... No tengo palabras...
Mientras por televisión mostraban el bus, me trajeron el almuerzo y lo terminé, lo que me llevó más o menos quince minutos. Y antes de irme, alcancé a ver cómo el bus llegaba al estadio y el comentarista se afanaba por adivinar quién sería el primero en bajar del vehículo...
También me aterró que el bus venía acompañado por una inmensa escolta policiaca. Algunos se separaban del grueso del pelotón y detenían el tráfico en los cruces, seguramente para que la selección llegara sana y salva al estadio (claro está que a los que detenían, seguramente también se afanaban en llegar a tiempo, sanos y salvos a algún lado, pero ¿a quién importa? Si en el bus va LA SELECCIÓN.)
A ambos lados del camino, los hinchas, en un apogeo cuasi orgásmico, se estremecían de placer cuando el bus pasaba a su lado... Más aun, cuando lograban reconocer a James o a Cuadrado a través de la ventana. Banderas hondeaban a izquierda y derecha, y las camisetas amarillas, vistas desde el helicóptero, parecían pollitos haciendo venía a una gallina clueca.
En ese instante recordé el libro de Suzanne Collins, Los Juegos del Hambre. Para el que no ha leído el libro (cosa que recomiendo hacer), de esta forma en el Capitolio manipulaban a la población: mediante el pan y el circo. Y los habitantes del Capitolio estaban tan absortos en este proceso, que ni cuenta se daban de que su presente y futuro eran manipulados y cambiados por otros, aprovechando esa distracción...
Colombia en este momento se encuentra en una encrucijada maquiavélica. Casi diabólica, me atrevería a decir:
- Crisis económica,
- crisis política,
- aumento de la pobreza,
- crisis energética,
- sequía,
- corrupción de niveles astronómicas,
- devaluación de la moneda,
- burbuja inmobiliaria,
- robos en los proyectos públicos,
- FARC,
- ELN,
- narcotráfico,
- paramilitares,
- pérdida del territorio frente a Nicaragua,
- impuestos más altos del mundo,
- desfalcos,
- crisis en la justicia,
- crisis en el sistema penal,
- cárceles sobrepobladas,
- inseguridad,
- violencia,
- migración del campo a la ciudad por falta de oportunidades,
- carencia de producción e industria nacional,
- dependencia de las importaciones,
Entre otras joyas de la vida diaria...
Y los pseudo periodistas, en lugar de utilizar sus helicópteros y recursos para hacer seguimiento y denunciar estos hechos, distraen al pueblo de la realidad con el circo y los gladiadores modernos...
Les tengo noticias, tanto a los periodistas como al pueblo: cuando no quede pan (y Colombia está a punto de quedarse sin él si no resuelve de inmediato por lo menos la mitad de los problemas arriba señalados) a nadie importará la selección y menos el fútbol. Ya que el pueblo estará buscando el pan que le robaron mientras miraba absorto el circo. Y los gladiadores de hoy serán olvidados o despreciados por el pueblo mañana... Aunque a pocos de ellos esto importará... Y los periodistas tampoco se salvarán de la hecatombe.
Pero hay que ser justo. Esto no solo ocurre en Colombia. Ocurre prácticamente en todo el mundo. Pero Colombia a mí me duele. Tal vez más que el resto del mundo. Y por eso me indigna cuando los medios de información se convierten en payasos encargados de entretener, dejando a un lado su fin primordial, abusando de su privilegiada posición al hacer entender al pueblo que el fútbol es más importante que lo que pasará con el país mañana; y por ende con la vida de los colombianos.
Tenía cita con el odontólogo después del almuerzo. Me demoré dos horas en el consultorio. Cuando salí, el partido ya había comenzado y llevaba veinte minutos de juego. Mientras caminaba del consultorio a la oficina, por todas partes veía camisetas amarillas. Veía carros con la bandera tricolor... Los bares y locales con televisión estaban a reventar de gente pendiente del partido. Como si la historia de Colombia se estuviese forjando frente a sus ojos...
¡Lástima que, viendo a los gladiadores en su arena de circo (llamada hoy campo de fútbol), el pueblo no se da cuenta de lo que en realidad sucede con la historia de Colombia! De cómo están dividiendo, robando, vendiendo y regalando el país. Lo que en verdad es de los colombianos. Lo que en verdad debería el pueblo ver y velar. La nación y la VERDADERA PATRIA por la cual los medios deberían inculcar amor, pasión y respeto...
Pero la triste realidad es que a pocos esto importa.
P.S. Cabe anotar que la selección Colombia ganó 3 a 1. De lo que no estoy seguro, es si el país COLOMBIA ganó o perdió aun más con ella...