Dedicado al último rinoceronte blanco del norte que existe

 

Yo soy el último. Más no habrá.

Solitario, me muevo en la espesura.

Y veo a hombres intentado ayudar,

Deshacer de otros, su diablura.

 

Los veo esforzarse hasta el máximo,

Tratando corregir lo irreparable.

Y por las noches, aun alcanzo a ver,

A otros hombres tratando de cazarme.

 

Yo no comprendo su razón de ser.

Yo no comprendo porque nos destruyen.

Yo no entiendo qué hemos de hacer,

Para hacer que nuestra especie perdure.

 

Nos han cazado por generaciones.

Ya no hay salvación del exterminio.

Los hombres nos han matado a montones,

En busca de su propio beneficio.

 

Ni los leones son así de crueles.

Y las hienas son más honorables.

Los hombres nos cazan por presumir.

Montar nuestros huesos en pedestales.

 

Nos han quitado nuestros pastizales,

Y han envenenado todos nuestros ríos.

Nos han recluido en “espacios vitales”

Donde nosotros ya no existimos.

 

Yo soy el último en mi región.

Yo soy el último y grito: ¡ayuda!

Pero, nadie puede ayudarme.

El hombre nos ha extraído la vida.

 

Me quedan muy poco tiempo de vida.

Me quedo sentado y miro al futuro.

Y veo al hombre llorando en desdicha,

Rodeado de, puros huesos, un muro…

 

No soy el primero, y tampoco el último,

Aquel que cazaron hasta extinguirse.

¿Cuántos más eliminará el hombre,

Tan sólo buscando cómo engreírse?

 

El daño está hecho. No hay nada que hacer.

El último soy, y nada me guarda.

Tan solo quisiera por un momento creer,

Que en el futuro otra raza sea salva.

 

Les dejo a mis cuidadores dolor.

Les dejo las lágrimas que no me salen.

Y asimismo les dejo amor,

Recíproco a aquel que me demostraron.

 

¡Oh mis planicies! ¡Oh mi espesura!

Jamás alguien más pastará por acá.

Nuestra especie fue destruida…

Y no creo que alguien nos extrañará…

 

Si yo pudiera hablarte, humano…

Si yo pudiera hacerte entender…

Pero no creo que sea posible…

Tú siembras muerte por doquier.

 

Tú matas con saña a tu propia especie…

Tú crucificas tu propia prole…

Tú riegas sangre, destruyes la tierra,

Ya no hay dios que a ti perdone.

 

¿Cuántos más serán inmolados?

¿Cuántos más seres de la creación,

Serán consumidos por tu envidia,

Tu ansia eterna de destrucción?

 

Yo, te perdono… Tan solo eso me queda.

Absolverte de culpas, perdonar el dolor…

Que tu castigo sea tu propia conciencia,

Si es que aun bondad hay en tu corazón.

 

Te dejo un mensaje, que ojalá escuches:

La Tierra no es solo para tu diversión.

Somos millones que en ella vivimos,

Y si no estamos, será tu destrucción.

 

Yo me despido, pero sólo te pido,

Que mi nombre, Sudán, no se pierda sin más.

Que yo sea el último de los desaparecidos,

Y que nunca otro vaya así a terminar.

 

Sudán - El último rinoceronte blanco del norte  

P.S. El 01/08/2016, al momento de escribir esto, Sudán tiene 42 años. El promedio de vida de los rinocerontes es de 45. Y él es el último rinoceronte macho blanco del norte que existe. No me imagino lo que es ser el último de su raza. No soy capaz de asimilar qué sentiría o qué haría… Tan sólo pude sentir su inmensa tristeza cuando lo vi. Y quizás no habría comprendido del todo la magnitud de la tragedia, si no habría pisado el cementerio de rinocerontes en OL Pejeta, Kenia. Montículos de piedras… Cada montículo, un homenaje a un rinoceronte, muerto a manos de un cazador furtivo. Asesinado para sólo obtener un pedazo de hueso. Un pedazo de hueso que en realidad representa la bajeza total del ser humano que lo obtuvo.

Cementerio de Rinocerontes - OL Pejeta, Kenia

Sudán, te pido perdón. Por ti, por tu raza y por otras especies que nosotros, buscando nuestro propio hedonismo, nuestro propio bienestar y complacencia, eliminamos.

Y ojalá más seres humanos se unan a esta tarea de proteger los hábitats de los seres vivientes con los que compartimos este planeta.

Evgeny Zhukov. Lunes, Agosto 01 de 2016

 

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