El sol, la luna y la playa,
Ninguno de ellos podía imaginar
El porqué de mi pena,
Cuando alegre por todos ellos podría estar.

Y la belleza que me rodeaba
Era más allá de toda imaginación.
La blancura de la playa y el hablar de las olas
No pudieron tranquilizar mi corazón.

Y tanto líquido había tomado,
Más nunca pude calmar mi sed.
Y la idea nunca me abandonaba
Se enterró en lo profundo de mi ser.

Y sigo aquí sentado esperando,
Esperando por lo que más deseo yo.
Y el deseo  no se ha calmado
Pero el cuerpo un poco sanó.

Miércoles, 10 de enero de 2001

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