Cuando el mundo fue creado,
En una grata inspiración,
El Creador creó al hombre,
Y a Su semejanza, su interior.

Le entregó más que a nadie,
Le dio valor, le dio honor.
Le dio el Libre Albedrío,
De ser guiado por el amor.

Llenó al ser con la belleza,
Le dio el poder de crear.
Le dio inspiración, entereza,
De casi a Dios igualar.

Le dio poder sobre sí mismo,
Le dio una mente sin igual,
Le otorgó plena nobleza,
Y un corazón libre de mal.

Y en la cúspide del éxtasis,
Llevado por la inspiración,
Libró al hombre de sí mismo,
Sin ataduras de la Creación.

La potestad sobre sí mismo,
La Libertad en su esencia,
Control total sobre su vida,
Vigilada sólo por la conciencia.

La libertad de elegir,
Entre el mal, entre el bien.
Y ser un ser por excelencia,
Creando, a más no poder.

Sin limitar la creación,
Que es capaz de hacer el hombre,
Y el bien y el mal nos dio El Señor.
Para que el hombre los controle.

El fin de nuestra existencia
Es disfrutar la libertad,
Que nos ha otorgado el dueño,
Del bien y también de la maldad.

El bien y el mal son el producto,
De nuestra propia acción.
Y no hay porque culpar a nadie,
De nuestra propia perdición.

Lunes, Julio 7 de 2014

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