Parece que el mundo decidió abrir los ojos a la verdad y aceptar de una vez por todas que el agua moja y el fuego quema. La verdad hasta me es difícil creer lo que veo en las noticias y leo en los periódicos: el mundo está hecho un avispero por que Wikileaks sacó a la luz pública lo que todo el mundo ya sabía.

Interesante reacción la de los medios, los políticos y el público en general ante las revelaciones. Cualquiera pensaría que levantarían el dedo acusador hacia los diplomáticos del mundo y con voz cargada de rencor gritarían a los cuatro vientos: “Usted es un solapado, mentiroso y manipulador”. En cambio, nos encontramos con reacciones tibias, casi de miedo ante el “qué dirán”, evitando realizar planteamientos de juicio, dejando un “colchón” por si acaso. Por lo visto Julian Assange desperdició tiempo buscando revelar la verdad: todo el mundo la sabía y a nadie interesaba sacarla a relucir.

Sin embargo esta posición de los medios y los políticos (principales actores de este suceso) deja un muy mal sabor de boca, ya que devela y subraya lo evidente: el poder de la política sobre los medios de información y la consecuente manipulación del público y por ende de la democracia (o democracias – para ser más justo – ya que Assange reveló información referente a la olla podrida de la diplomacia del mundo entero).

Porque el destape del “cablegate”, como algunos lo han llamado, pone el dedo en la llaga y revela que la democracia (como nos la enseñan en los colegios y universidades) es una falacia del tamaño de las Torres Gemelas y con el mismo estruendo se puede caer. Los políticos, apoyados y encubiertos por sus gobiernos, hacen y deshacen a su gusto, siempre buscando el beneficio propio: es decir el del político o grupo político al que pertenece. Pero ¿dónde queda la democracia?

La democracia queda en el mito, señores. Por lo menos en la época actual. Ya no existe. El tiempo, las guerras y la avaricia humana la diluyeron a una anarquía política a nivel mundial, armada hasta los dientes de indiferencia y corrupción; y protegida por la burocracia que hoy no da respiro a nadie.

Pueden decir lo que quieran al respecto, pero los cables demostraron que la democracia no es el “gobierno del pueblo por el pueblo”[1], sino la utilización del pueblo para llegar y mantenerse en el poder. Hay tomas de decisiones que afectan la historia de pueblos enteros y afectan la vida de los ciudadanos de una nación que se toman de forma oculta, pasando por alto que de acuerdo a la democracia hay que consultar con el pueblo qué camino quiere seguir. Ejemplos hay muchos y al que quiera conocerlos los remito a Wikileaks.

Quizás una de las preguntas que surgen a raíz de estas revelaciones es ¿por qué su importancia? Todo el mundo sabía que esto ocurría. Todo el mundo sabía que el estado democrático vive en una paradoja pretendiendo ser demócrata mientras hace planes maquiavélicos. Maquiavelo es lo contrario al concepto mismo de la democracia (por si no lo sabían). Entonces ¿por qué es importante esta revelación?

Pues no lo es.

La importancia no está en la revelación, sino en la demostración de que el mundo vive en una ilusión: preso en una jaula de vidrio, donde los políticos construyen los barrotes con leyes que buscan proteger el puesto del político, impidiendo el “gobierno del pueblo por el pueblo” (es decir, el funcionamiento de la democracia como debería ser). Demuestra que la democracia no existe. El pueblo es un peón del que se acuerdan sólo cuando hay elecciones, hay que cobrar impuestos o hay que ir a la guerra que los mismos políticos fraguaron buscando aumentar sus propias riquezas en detrimento de la riqueza del pueblo (el que tenga dudas que compare la economía del pueblo estadounidense antes y después de la invasión a Irak – sí señores, invasión; porque va siendo hora de que sigamos el ejemplo de Assange y llamemos las cosas por nombre propio).

Así que decir que los cables de Wikileaks fueron la bomba, sería un absurdo. Afirmar, como algunos periodistas en el delirio de la chiva periodística han hecho, que Assange es el inicio del nuevo periodismo, es un exabrupto. Y decir que con el “cablegate” la verdadera política de Estados Unidos (o cualquier otro estado democrático del mundo) ha quedado al descubierto, es una idiotez ya que todo el mundo lo sabía…

Y ya que estamos en estas, voy a hacer de profeta y vaticino que en el próximo descubrimiento dramático ante el mundo de Wikileaks sabremos que hay tratos entre los estados democráticos y las multinacionales para controlar recursos naturales; que las reglas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a los países que otorgan créditos para el desarrollo los ahogan y destruyen, enriqueciendo a los banqueros dueños del FMI. Que la guerra es un negocio y que nadie respecta la convención de Ginebra. Que los talibanes fueron armados en una época por Estados Unidos, que las guerras se hacen por conveniencia, que el calentamiento global es una farsa, etc., etc., etc.

Quizás es por eso que la reacción de los medios de información y los políticos ha sido muy diferente a la esperada: ellos dependen de este mundo ilusorio que ayudaron a crear. Por eso, estas revelaciones más que ayudar a descubrir la verdad y hacer justicia, son una molestia para el nuevo orden mundial,  ya que devela la realidad de quién es quién y por qué está ahí.

Y el problema para ellos radica en que gracias a Wikileaks el Pueblo puede llegar a recordar que en verdad es ÉL el que manda, que es la mayoría, y que no tiene que hacerse matar para enriquecer a unas pocas ballenas asesinas que todavía infestan la atmosfera de este mundo.

Diciembre 21 de 2010.

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